La magia de una rosa -El principito-.
- PAOLA JANET BARREDO CIME
- 27 sept 2018
- 10 Min. de lectura
Sinopsis:
Esta es la historia de un niño y un padre, que estaban metidos en un lío increíblemente grande, ellos estaban varados en el desierto, completamente solos, casi imposible de salir de ello, demostrando que la mayoría de las veces, los adultos tienen una mente muy poco interesante y los niños tienen las historias más hermosas del mundo.

Hace algunos años, cuando salí a pilotear, me quedé varado en el desierto, sin embargo, no estaba solo, era un viaje con mi hijo, al cual le decía de cariño “El principito”, pero por desgracia, nos pasó ese terrible accidente. Los primeros días, aun teníamos comida y agua, yo seguía tratando de reparar el avión para poder regresar a casa. Mi hijo me miró y me dijo:
-Papá, ¿Podrías dibujarme un cordero?
- ¿Un cordero? ¿Para qué? Le pregunté
-Para que nos haga compañía, estamos muy solos- dijo con una voz demasiado triste.
Tomé una hoja de papel que tenia en el avión y con un lápiz dibujé mi primer cordero, la verdad es que no había dibujado algo desde que en mi infancia me mataron el sueño de ser un artista.
Él me dijo: -Este cordero está muy flaco, ¿Podrías internarlo de nuevo?
Le acerté con la cabeza e hice un segundo intento de cordero, cuando vio este me dijo con una voz tristona:
-Este está muy viejo, morirá muy pronto, inténtalo de nuevo, por favor.
Ya estaba un poco cansado y no le veía lógica, tal vez, porque yo era un adulto y él tan solo un niño varado en medio del desierto, entonces, tomé el papel y dibujé con el lápiz una caja con tres agujeros y le dije:
-En esta caja esta el cordero que quieres, el que tú desees esta adentro, cuídalo muy bien.
Con una sonrisa en el rostro me dijo que era perfecto, el mejor cordero de la historia, realmente estaba feliz.
Cuando anocheció nos acostamos a ver las estrellas y me empezó a contar historias increíbles, era él viajando de planeta en planeta, pero, estos no eran como nosotros los conocemos, estos tenían un tamaño no más grande que una isla e incluso en algunos solamente cabían un escritorio y dos personas. Empezó a contarme que vivía en un asteroide llamado B612, el cual era apenas más grande que él y con una planta que debía ser cortada con mucha frecuencia llamada “Baobabs”, también me contó que el cordero que me pidió podía servir para cortar esa planta, sin embargo, tenia miedo que coma a su rosa, a la cual amaba demasiado y cuidaba con su vida.
Sin embargo, se quedó dormido y no continuo con su historia, al día siguiente, la comida y el agua se gastaban cada vez más, yo seguía tratando de reparar el avión, pero, como siempre, fracasaba.
Mientras trataba de arreglar el avión, me siguió contando su historia de él y sus aventuras, entonces, me volvió a mencionar a su rosa, me contó sobre la última platica que tuvieron, me mencionó “¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla". Él la había abandonado pues se volvió muy testaruda, tuvieron una pelea y él se despidió de ella, y ella de él, también se escuchaban los lamentos de ambos, pero ninguno dio marcha atrás, el principito se fue volando de planeta en planeta y simplemente encontraba personas a las que les gustaba el dinero, el poder, la fama, la vanidad, de cada uno aprendía lo que las personas adultas querían en la vida pero ninguno hablaba sobre el amor.
Siempre pensaba en su rosa, pero jamás volvió a verla, pues, creía que ella no lo quería ver.
Cuando llegó a la tierra, quedó sorprendido de no ver a nadie. Tenía miedo de haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color de luna se revolvió en la arena. No veía a nadie, caminaba y caminaba, hasta que encontró a una rosa con tres pétalos y le dijo:
—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —dijo la flor.
—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.
La flor, un día, había visto pasar una caravana.
—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.
—Adiós —dijo el principito.
—Adiós —dijo la flor.
El principito escaló hasta la cima de una alta montaña. Las únicas montañas que él había conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. El volcán extinguido lo utilizaba como taburete. "Desde una montaña tan alta como ésta, se había dicho, podré ver todo el planeta y a todos los
hombres..." Pero no alcanzó a ver más que algunas puntas de rocas.
—¡Buenos días! —exclamó el principito al acaso.
—¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! —respondió el eco.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito.
—¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... —contestó el eco.
—Sed mis amigos, estoy solo —dijo el principito.
—Estoy solo... estoy solo... estoy solo... —repitió el eco.
"¡Qué planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y salado. Y los
hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice... En mi tierra tenía una flor: hablaba siempre la primera... "
Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres.
—¡Buenos días! —dijo.
Era un jardín cuajado de rosas.
—¡Buenos días! —dijeran las rosas.
El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!
—¿Quiénes son ustedes? —les preguntó estupefacto.
—Somos las rosas —respondieron éstas.
—¡Ah! —exclamó el principito.
Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil todas semejantes, en un solo jardín!
Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir verdaderamente para humillarme a mí también... "
Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe... " Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.
Se hizo de noche y mi hijo quedó dormido, entonces, aproveche y le dibuje una rosa, porque sé que la rosa le recordaba a su madre, la representa en ella, pues, nos fuimos de viaje y él estaba enojado con ella, si no volvemos, no podrá reconciliarse con su madre.
A la mañana siguiente, intentaba reparar el avión, esta vez logré que prendiera, más no que pudiera despegar, sabia que cada vez estaba más cerca de lograrlo y poder regresar a casa.
Como ya era costumbre, mi hijo se acercó y me dijo:
-Te seguiré contando sobre el principito, realmente me gusta mucho. - Afirmé con la cabeza y empezó a contar su gran historia.
Cuando se alejó de donde estaban las rosas, se encontró con un zorro y este le dijo:
—¡Buenos días! —dijo el zorro.
—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió, pero no vio nada.
—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!
—Soy un zorro —dijo el zorro.
—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!
—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.
—¡Ah, perdón! —dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
—¿Qué significa "domesticar"?
—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?
—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?
—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos... "
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domésticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor... creo que ella me ha
domesticado...
—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
—¿En otro planeta?
—Sí.
—¿Hay cazadores en ese planeta?
—No.
—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
—No.
—Nada es perfecto —suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente, me aburro un poco. Si tú me domésticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y, además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito, pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
—Ciertamente —dijo el zorro.
—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.
—¡Seguro!
—No ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme
adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros.
Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
—Adiós —le dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para recordarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo.
Entonces, el principito se alejó del zorro, nunca más volvió a verlo, pero, se quedó con su valiosa reflexión, él tenia que encontrar la manera de como regresar con su rosa para poder arreglar las cosas.
Yo no entendía porqué mi hijo me contaba este tipo de cosas, o tal vez, era muy adulto para entenderlo, simplemente ya no podía imaginar, me estresaba demasiado el echo de no poder regresarnos a casa. Mi hijo quedó dormido y yo solamente pensaba que el agua se agotaba cada vez más y nos moriríamos de sed, él se moriría de sed.
Al día siguiente, el avión ni siquiera prendió, estaba demasiado enfadado, mi hijo se acercó y me dijo:
-Papá, ¿puedo seguir contándote mi historia?
A lo que yo le contesté:
-Claro que sí, ¿qué otra cosa podría hacer si no es escuchar a mi hijo?
Entonces, él seguía contándome, el zorro y el principito se separaron, él seguía caminando hasta que se encontró con una serpiente, la cual le dijo:
-Principito, ¿Quieres regresar con tu rosa?
-Por supuesto que sí, es lo que más quiero en este mundo- le dijo el principito
-Tengo un remedio, un pequeño portal, en ese pozo que ves ahí, esta tu rosa, solamente tienes que saltar- dijo la serpiente entre risas.
-¿No será doloroso?- Le respondió el principito.
-Más doloroso es que no estas con tu rosa, ¿no? - le respondió la serpiente.
-Tienes toda la razón, muchas gracias por mostrarme el camino. – Dijo el principito entre lágrimas, se acercó al pozo y saltó.
Al finalizar esa frase, mi hijo me miró y me dijo:
-No soporto estar más sin mi rosa, sé que tú tampoco lo puedes hacer, sé que no la veremos más y eso me duele mucho- dijo entre llantos.
-No perdamos la esperanza, haré hasta lo que sea imposible para llevarnos de vuelta- le dije tratando de calmarlo.
-No papá, ya lo entendí, no regresaremos y espero en verdad que ella sepa que la amo, no quería enojarme así. – Me dijo un poco tranquilo.
Solamente lo abracé y nos subimos al avión para descansar, al día siguiente desperté, pero él no, tenia en la mano la rosa y el cordero que le había dibujado. Sabía que yo no iba a poder volver, mi única razón era regresarlo a casa, y no lo logré. Me rendí, pero antes, tome el papel que tenia guardado, agarre el lápiz y escribí las historias que él me había contado. Si estas leyendo esto es porque pudieron encontrar mis notas y las hicieron públicas, sé que su rosa leerá esto y podrá saber lo mucho que él la amaba.
Díganle que cada vez que lo extrañe, mire al cielo y cierre los ojos, entonces, en las estrellas podrá escuchar su hermosa risa, él está ahí, viajando de planeta en planeta buscando a su rosa.
FIN
Me pareció sumamente conmovedor, tu historia me ha dejado algo positivo y me gustó mucho la manera en que se desenlasa
Excelente historia, me encanto la forma en la que los personasjes se van desarrollando y el desenlace fue algo triste pero muy interesante.
Exelente trama y buena historia, muy conmovedor en lo personal me gustó mucho el desenlace
muy buena tu historia, además en la manera de cómo expresas la ayuda mutua es interesante. Sigue así.
Excelente trabajo, muy interesante